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Antes de lastimar a una persona, agarra un papel y estrújalo. Ya lo hiciste? Ahora, vuelve a dejarlo como antes. No puedes, verdad? El corazón de las personas es como ese papel, una vez que lo estrujas, es difícil volverlo a dejar como lo encontraste!!!

Es curioso saber que la personalidad de alguien puede ser tan maleable cuanto más se deje esa persona, y a pesar de que todos lo sabemos, el tener una autoestima en un nivel más o menos decente no es tarea facil.

Si, lo sé, soy una de tantas personas que se debate entre procurarme y dedicarme a mí mismo, quererme, cuidarme, AMARME y dedicarle tiempo a la gente que más estimo y con quien más convivo, y parte de éste conflicto se genera principalmente por la bulla y el qué diran, pues debemos de aceptar que si uno decide lo primero, lo tachan a uno de egoísta insensible poco recíproco, o bien, si uno opta por la segunda opción, no te bajan de convenenciero oportunista.

Pero el verdadero problema no reside ahí, sino más bien en las repercusiones psicológicas y morales: Si me dedico a mí mismo sin que me importe la gente que está a mi alrededor, por principio de cuentas hiero al prójimo, quien por el simple hecho de ser humano, se merece algo de mi atención, o al menos un poco de condescendencia, luego me hiero a mí, porque eso significa (en la mayoría de los casos) que no tengo- ni pienso tener- tiempo para rodearme de gente que podría ayudarme incondicionalmente si yo lo pidiera. Por otra parte, si me dedico principalmente a procurarles más que el tiempo necesario a mis conocidos, amigos y familiares, no tengo duda de que en algún momento me quedaré vacío, sin nada más qué darles (créanme, habla la voz de la experiencia).

Lamentablemente muchas veces no podemos evitar que esto ocurra, sin embargo así como soy una de las tantas personas que se ha dado cuenta de esto, también soy una de muchas que aún fantasea, quizás ingenuamente, que allá afuera hay alguien que está dispuesto a tenderte una mano sin pedirte algo a cambio.

Podrán acusarme de pretencioso, ingenuo, iluso, e incluso masoquista, con el afán de querer quitarme esa idea idílica, pero es peor vivir sin tener algo por lo qué seguir viviendo.

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